(1993-2022)
Contempladas a alguna distancia, las fotografías de una exposición parecen simples manchas apagadas, sin color, muertas. Cuando nos aproximamos, sin embargo, comprobamos que duermen un sueño vivo, intenso y sugestivo en su caja de cristal. Aún más cerca, se diría que las sombras tienen movimiento. El ojo descubre, en la proximidad, colonias de parásitos -espectros, reflejos, brillos, resplandores, desenfoques- que viven allí, en la impostura, su vida efímera, a la vez discreta y ruidosa. Sucumbir al encanto de esos parásitos, pues también lo tienen, es convertirse en un parásito más. Cabe así la posibilidad de habitar en la imagen querida, penetrar y vivir en su misterio, ser un traidor y, a pesar de todo, desde la infidelidad, amarla para siempre.
Seen from a certain distance, photographs in an exhibition are little more than grey, colorless, lifeless stains. But when we move closer, we realize that, behind the glass case, they are in fact dreaming a waking dream; an intense, highly suggestive dream. Closer still, the shaded areas seem almost be in motion. Up close, the eye discovers colonies of parasites -spectres, reflections, glints, shinings, unfocusings- living there, in that imposture, their ephemeral lives, at once discreet and noisy. To surrender to the charm of these parasites, because they do have charm, is to become another parasite. That way we can actually get into and inhabit an image that is particularly dear to us, penetrate it and live in its mystery, be a traitor and yet, despite it all, even through our unfaithfulness, cherish it for ever.